marzo 03, 2024

Una preocupación: “La forma Madi”

por J.C. Freie Kunst, Montevideo, Uruguay (marzo 2024)

Esta es la continuación del texto ya publicado con el título "Lenguaje del pensamiento productivo - La forma Madi", en este texto el autor afirma nuevamente y con más contundencia que el proceso de producción de Madi es la consecuencia natural de una acción de diseño que, además de revelar nuevas relaciones, son transformaciones que pueden ser continuas o progresivas, donde el grado de imprevisibilidad aumenta considerablemente el número de posibilidades combinatorias, dando lugar así a la invención de nuevas formas, la Forma Madi.

Una inquietud

El maestro Carmelo Arden Quin, inventor del movimiento Madi Internacional, expuso en los años 1980, en una conferencia celebrada en la Galería Ruth Ben Zacar, sobre el Arte Madi. En aquella ocasión, alguien del público quiso saber si era posible "graficar" la forma madi. Amablemente tomó una hoja de papel rectangular y doblando uno de sus vértices en diagonal, como una pequeña oreja triangular, nos mostró, o mejor dicho, nos reveló cómo el espacio penetraba en la cuadratura de la hoja para transformarse en una forma poligonal. Al parecer, la síntesis y la sencillez son las virtudes de los profesores.

Una tradición

Los llamados artistas plásticos crean sus obras sobre lienzos, papel y marcos de madera, llamados soportes. Suelen ser rectangulares o cuadrados. Estas formas determinan claramente los límites y, sobre todo, el orden ortogonal del trabajo a realizar. Hay, por tanto, una especie de determinismo del espacio interior y un aislamiento del espacio exterior. Esta toma ofrece al espectador un marco, una "ventana" desde la que mirar la obra. La obra así creada representa: un tema, un sentimiento, una abstracción. El estado inicial es muy ordenado, -el blanco original-, y un espacio homogéneo e invariable en el que se producen cambios posteriores que operan con la línea, el color, la textura, obteniéndose las diferentes disposiciones denominadas composiciones. Buscamos el equilibrio, como un péndulo mecánico. Se crea la ilusión de continuidad, movimiento, profundidad, volumen y el tiempo en este caso es continuo y uniforme. La uniformidad del tiempo es una réplica de la inmutabilidad del espacio, más allá de las variaciones formales con las que es tratado. La relación fundamental en el espacio es la yuxtaposición, la del tiempo, la sucesión. Pero incluso si esto parece una formulación axiomática, admitamos por un momento que tales formulaciones siempre admiten la posibilidad de ser indecidibles. Invitación Tomemos una hoja de papel y simplemente doblemos una esquina de la hoja hacia adentro. Aparentemente se trata de un ligero cambio. Un simple pliegue diagonal, en uno de los vértices de un cuadrado, o de un rectángulo, sin embargo hemos producido una transformación que algunos llaman "incompletitud". La materia de un vértice del cuadrado o rectángulo se sustituye por el espacio, dando lugar a una forma poligonal que no contradice su forma original. Simplemente indica que hay otro pedido, generado por un pedido determinado. En realidad lo que hemos hecho es romper ese orden dado. El orden cuadrangular de la “ventana”. Donde había cuatro bandos, ahora hay cinco, o más dependiendo de si seguimos operando. Lógicamente, el contenido del espacio interno se ve afectado. Ahora operan otras leyes. Donde antes había un cuadrado hicimos que apareciera un polígono. Entonces en el espacio cuadrangular había un desorden. El simple plegado aumentó la cantidad de información. Y donde había materia ahora hay vacío. Naturalmente, se manifiesta una especie de "desorden espacial", en referencia a la estructura cuadrangular que nos aseguraba un estado muy ordenado. Contenido. Al final, ese pliegue introduce un cambio, otro orden. Es como si con cada pliegue sacudiéramos más y más una caja de rompecabezas, originalmente un cuadrilátero perfectamente ordenado. Cuanto más lo agitamos, mayor es el caos. Esto da lugar a estructuras espacio-temporales ligadas a la ruptura de la ortogonalidad. Estas nuevas relaciones entre el interior y el exterior son transformaciones que pueden ser continuas y progresivas. Y, aunque el grado de imprevisibilidad es importante, esta nueva situación, (al menos incierta), aumenta considerablemente el número de posibilidades combinatorias, dando lugar así a la invención de nuevas formas, la forma Madi.

Un invento

El concepto de invención que introduce Madi, vinculado al concepto de juego, es potencialmente significativo en el arte. Aparece por primera vez en 1945 en el único número de la histórica revista "Arturo", de Buenos Aires: La invención en lugar de una metafísica de la creación.

Este nuevo concepto ha dado lugar a nuevas ideas sobre la inteligencia producida por el trabajo, sobre la comprensión de la inteligencia, sobre el altísimo grado de flexibilidad que puede alcanzar el cerebro humano, me refiero a los que utilizan casi todos los hemisferios. Predomina la corteza, madre de la invención, padre del pensamiento abstracto.

En este proceso cobra vida un orden verdaderamente nuevo

La supervivencia de la obra depende, por tanto, de dos niveles de armonía, dentro del espacio interior y en la relación de ese espacio con el exterior. Se comporta como un organismo vivo. Así que nada será permanente, lo único que quedará será el cambio. Además, todas las características de la orden de cambio también cambian constantemente.

Y algo más, los cambios en el orden de los cambios, a su vez, establecen nuevas características, lo que conduce a todo el proceso de invención.

¿Pero qué se inventó?

Un objeto

Esta operación de concreción del movimiento produce el nacimiento de un objeto, cuyo concepto de belleza es dinámico, ya que no representa, no expresa, no significa. Hay simplemente un ritmo, poético si se quiere, que no se define por el número de elementos, sino por el ritmo de la invención misma, como algo vivo, con aliento.

El objeto así inventado se convierte en una unidad óptica en movimiento en comunicación entre los elementos de la obra y el espacio exterior.

Las apreciaciones visuales descubren la realidad del espacio. Los táctiles son la realidad de la materia. El movimiento se descubre mediante la cinestésica visual.

Lo poético

Todo comenzó, a mediados del siglo pasado, en las dos orillas del Río de la Plata, donde se "inventó" Madi, quizás el único movimiento artístico con tal sello de originalidad, que muy poco debe al arte europeo.

Aquel invento nació de una manera diferente de pensar, resumida en esa ligera modificación de aquel cuadrado (cuadro) inicial, al que se le "cortó la oreja", estableciendo así nuevas leyes del objeto.

Ahora el espacio se vuelve dinámico (o quizás el tiempo se espacializa).

Hay una fusión espacio-temporal. Parecería que hemos entrado en otra dimensión.

Recordemos que esta modificación de la forma, este recorte rompe la ortogonalidad, provoca un cambio de orden.

¿Cuál es el programa operativo propuesto por el artista en este momento?

Quiero decir: ¿Cuál será entonces la poética de la obra?

Porque este nuevo orden constituye el dominio por excelencia de la multiplicidad de soluciones. Dicho esto, el artista elige uno.

Ahora el vacío es el constructor de las formas resultantes, estableciendo una nueva relación plástica entre el espacio interno y externo.

El espacio, inventado por la forma Madi, no es pasivo. Como el silencio: ya no es lo que contiene las cosas, sino que, en continuo movimiento, altera su paso e interviene activamente en sus transformaciones.

Es el agente de mutaciones. El espacio que libera la forma Madi es energía.

El vacío parece una entidad diáfana en contraste con la materia tangible. Asimismo, la materia y el espacio, en virtud de su constancia, parecen menos evasivos que el movimiento.

Pero ¿Qué ocurre cuando se introduce el espacio en la materia, como en el caso de Madi?

O mejor dicho, el vacío que ocupa el espacio hasta un momento pleno

El silencio es introducido por el vacío. ¿Cuál es entonces la forma del silencio?

Un ritmo

El espacio se mueve, se incorpora a la obra y determina otros órdenes, otros ritmos.

La forma Madi no contiene la obra, tiende a ser obra, contenido y forma como unidad en un ritmo, quizás musical, entre el interior y el exterior en correspondencia visual con el movimiento de las formas y los soplos internos de los elementos.

La forma Madi es un movimiento que alude al ritmo de la obra.

Permite que el espacio penetrante se convierta en obra. Grandes silencios que dialogan con los elementos simples de la geometría.

El monocromo, el blanco y negro y las formas planas complementarias, las formas curvas, las superficies onduladas, los relieves, las superficies cruzadas, la multilateralidad, lo cóncavo y lo convexo, son elementos de un nuevo lenguaje, que como un poema inventa un objeto. que es en sí mismo.

Madi abre las puertas a un espacio cambiante y dinámico, de manera que el conjunto de elementos que componen la obra completan su significado con el movimiento del espacio, ahora activo.

En general, el concepto de materia a veces oscurece el concepto de vacío, y ambos conceptos oscurecen el de movimiento, y los conceptos de espacio, materia y movimiento casi siempre oscurecen el de tiempo.

Cuestiones táctiles, o psicológicas, tal vez. Pero podríamos preguntar

¿Qué datos visuales corresponden a la realidad de la época?

Especialmente si reconsideramos las obras creadas a mediados del siglo XX por los maestros Madi, éstas mantienen su vitalidad y vigencia. Quizás entendieron como nadie que el artista está inmerso en la evolución biológica pero también en un universo en evolución.

Este invento de Madi, en el siglo pasado, para proponer una salida de la concepción estática del espacio hacia su dinámica, quizás se acerque, me atrevo a pensar, al menos en su génesis, al esfuerzo de la ciencia por establecer un puente entre el universo gravitacional y el universo termodinámico, lo que implica una revisión drástica del concepto de tiempo, donde hoy el tiempo ya no es un parámetro de movimiento sino que mide las evoluciones internas hacia un mundo de no equilibrio.

Si me lo permiten, dejo pues una duda.

¿Cómo se inscribe el tiempo en la obra Madi?

No es fácil responder. Socráticamente “sé que no sé”, esta afirmación se convierte en el motivo fundamental para conocer y reflexionar sobre la pregunta planteada por el autor. Entre las muchas respuestas posibles, tomé en consideración: De Zenón a Heidegger - Historia de la evolución de una concepción, de Francesco Bulzis titulado, publicado en International web post.

“El tiempo es la dimensión en la que se concibe y mide el devenir de los acontecimientos”. Se trata, por tanto, de una dimensión, concretamente la cuarta (que suma las tres espaciales) y que se puede medir con las unidades que todos conocemos. Según la física, el tiempo "comenzó" cuando nació nuestro Universo y, presumiblemente, "terminará" con su muerte. Cualquier cambio se describe desde una perspectiva "espacio-temporal", y no sólo "espacial" o sólo "temporal". El ejemplo más famoso es el movimiento de revolución de la Tierra alrededor del Sol: nuestro planeta se mueve tanto en el espacio como en el tiempo. Sin embargo, si bien los desplazamientos y cambios espaciales son claramente visibles, los temporales no lo son. De hecho, sería más correcto decir que son difíciles de "percibir".

La física y la filosofía se han planteado dos preguntas que todavía están intentando responder. La primera: “¿Es conceptualmente posible el tiempo sin cambios?”. La segunda: “¿El tiempo pasa o la idea de pasado, presente y futuro es completamente subjetiva?”. Zenón de Elea (filósofo griego clásico) está entre los primeros en intentar dar una respuesta a través de sus famosas paradojas, entre las que destaca "la paradoja de Aquiles y la tortuga": según este razonamiento, el héroe griego (a pesar de ser sin duda más más rápido que una tortuga), si hubiera comenzado más atrás, nunca habría alcanzado al animal. Esto se debe a que, siguiendo reglas lógicas, en el tiempo que le habría tomado a Aquiles llegar hasta la tortuga (suponiendo que tuviera diez veces más velocidad), la tortuga habría recorrido una décima parte de esa distancia adicional, alejándose del héroe griego. Y así para siempre.

En su Poética, Aristóteles menciona cómo concebían los griegos el tiempo: para los clásicos no existía una definición de “futuro”, ya que veían el tiempo como un círculo, donde los acontecimientos están destinados a repetirse. En esta suerte de ouroboros (la imagen mitológica que describe a la serpiente que se muerde la cola) lo que es "antes" es igual a lo que es "después".

En Metafísica (concepto retomado posteriormente por Hegel en La ciencia de la lógica) Aristóteles expone cómo el paso del tiempo (entendido como “aumento”) modifica la calidad de nuestra vida: por ejemplo, si bebes un vaso de agua estás bien (por una cuestión de recambio celular y similares) pero si llegan a ser cincuenta (aumento de cantidad en un período de tiempo) acabas en el hospital (cambio de calidad).

Es San Agustín quien sugiere la primera idea del futuro, en el Libro XI de Las Confesiones: el padre de la Iglesia reflexiona sobre lo que Dios hizo antes de la creación del mundo (como cuenta la Biblia). Según el santo, nada, ya que antes de ese momento no existía el tiempo (asumido también por la física moderna, más allá de los matices religiosos). San Agustín cierra la penúltima parte de su obra mayor con la afirmación según la cual hay tres tiempos: el "presente del pasado" (memoria), el "presente del presente" (intuición) y el "presente del presente". futuro” (la espera). El tiempo comienza a tomar una forma geométrica bien definida: se convierte en una línea, que parte de la creación y se dirige hacia un hipotético infinito. No es casualidad que en mecánica cuántica hablemos a menudo de "líneas de tiempo" (el concepto detrás de la "teoría de cuerdas" en el multiverso).

Con san Agustín nos damos cuenta de que el hombre occidental está "impregnado" de la mentalidad judeocristiana (lo menciona también Martin Heidegger en Ser y tiempo): el futuro es visto como una dimensión "mejor" que el presente y, sobre todo, el pasado. Cuando terminamos un libro o salimos de una sala de cine, por ejemplo, y ponemos los pies en la realidad, queremos que el futuro sea mejor. El hombre se proyecta hacia una mejora constante, como se describe tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento: partimos de un pasado de "pecado" (Génesis) para avanzar hacia un futuro de "redención" (el Apocalipsis). Presta atención a este término:

“Apocalipsis” no significa en absoluto “destrucción” sino (siguiendo la raíz griega que lo presenta como apokalypsis) “revelación” o “revelación de lo oculto”. Los secretos prometidos cuando todo empezó serán revelados al hombre de manera epifánica.

Ahora es posible "actualizar" la concepción aristotélica del tiempo: ya no es un círculo, sino una línea donde los acontecimientos se repiten sin que se haga nada para evitar que vuelvan a suceder. Incluso si definir algo como igual a otra cosa (más aún cuando se navega en el campo de la percepción subjetiva), como diría Immanuel Kant, es un "juicio". En su Crítica del juicio, el filósofo alemán define dos conceptos que llamaremos “proceso” y “resultado”, a través de las famosas definiciones de “bello” y “sublime” (dos juicios definidos como “estéticos”). El hombre, muy a menudo, hace algo para obtener un resultado (porque está "enamorado" de él), definido habitualmente con los dos adjetivos mencionados anteriormente. El concepto de tiempo, sin embargo, nos permite centrarnos en lo que nos permite alcanzar ese resultado. El proceso está bien anclado al paso del tiempo: "sumergirse" en él permite no pensar en cómo será cuando todo esté terminado, sino llegar a los mejores resultados (juzgables de esta manera), ya que son consecuencia directa de lo que conduce a ellos.

Si el tiempo fuera una entidad (entendida como algo visible y tangible) probablemente razonaría así: cambia sin darnos cuenta, cambia durante un período más o menos largo, pero se necesita tiempo para que se produzca cualquier cambio. Y a partir de este concepto se perfilan el pasado, el presente y el futuro: los tres “tiempos” agustinianos existen para comparar, para analizar cómo éramos, cómo somos ahora e imaginar cómo seremos. El cambio es un proceso dirigido a un resultado que, sin embargo, llega por sí solo. Si te concentras en estos últimos, lo que les brindarás no estará en todo su potencial. Los científicos cognitivos definen esto como disfrutar.

"intrínseco" de lo que se está haciendo, sin concebir el paso del tiempo como lo que "aleja" del resultado. También porque el propio tiempo (y con él el Universo) no sabe cuál será el "resultado" de su "proceso" (existencia, flujo): el fin está hipotetizado, pero también puede ser que ese fin nunca llegue, y el el tiempo seguirá fluyendo sin cesar. Porque “las respuestas que buscamos son parte de la experiencia de vida”.

Si "las respuestas que buscamos son parte de la experiencia de la vida", entonces, La Forma Madi significa estar en un estado de perpetua transformación, como un líquido que toma la forma del recipiente que lo alberga. Ser libre, poder elegir según la propia voluntad, significa poder cambiar voluntariamente y no inconscientemente y perseguir los objetivos que uno se ha fijado, como decía Sartre, un projet de la vie.

La Forma Madi, de Pepe Cáceres (Buenos Aires, Argentina 2008), publicado en el video de la exposición Tres artistas Madi Venezolanos, Museo de Arte Geométrico y Madi Noviembre 2008 Dallas, Tx, USA.

Vídeo publicado en www.youtube.com/@saveriocecere 

Información sobre el autor. Pepe Cáceres y Martín Cáceres fundaron el Centro de Arte y Educación en Buenos Aires destinado a desarrollar la creatividad de los niños.

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