julio 14, 2024

Cuando el algoritmo quiere ser artista:

 arte entre el artificio, la naturaleza y las neuronas 

(Saverio Cecere, Solofra, Italia julio de 2024). 


La noche estrellada de Van Gogh reproducida con inteligencia artificial.

Noche estrellada pintada por Van Gogh en 1889.

¿Cuál es la diferencia entre la Noche estrellada de Van Gogh reproducida con inteligencia artificial y la Noche estrellada pintada por Van Gogh en 1889? Si entiendes las diferencias, entiendes de lo que vamos a hablar. 

Hans Moravec, matemático austriaco, considerado uno de los padres de la robótica, "escribió ya en los años ochenta del siglo pasado, mucho antes del advenimiento de la inteligencia artificial generativa, que es relativamente fácil, hacer que los ordenadores muestren un rendimiento de nivel adulto en pruebas de inteligencia o en jugar a las damas, es en cambio difícil, si no imposible, darles las habilidades en lo que respecta a la creatividad"

La inteligencia artificial es, sin duda, el tema de innovación tecnológica del momento. A pesar del creciente interés en torno a ella, todavía existen preocupaciones y críticas planteadas por los detractores de esta tecnología. Todo el mundo habla de ello, pero pocos saben qué decir. Para entender la magnitud del problema, comencemos por el riesgo más discutido y con mayor probabilidad de manifestarse en el corto plazo, a saber: ¿La inteligencia artificial reemplazará al trabajo humano en todas sus manifestaciones? Entre dudas y certezas, la relación entre el hombre y la naturaleza sigue siendo de absoluta centralidad, tanto en los debates científicos como en los estético-artísticos. Allí donde se abre una reflexión sobre el ser humano, el arte entra en juego y trata de abordar cuestiones clave de su tiempo con los medios y el lenguaje de que dispone. Esta relación implica, entre otras cosas, la capacidad de razonar, planificar, resolver problemas, pensar de forma abstracta, comprender ideas complejas, aprender rápidamente y aprender de la experiencia. 

Cuando nos interrogamos sobre estos temas, nos vemos inducidos a buscar definiciones inmateriales, como la inspiración, las ideas, las emociones, la belleza y la sensibilidad, pero al hacerlo olvidamos que la obra, para expresar todo esto, está "construida" a partir de elementos materiales, físicos y tangibles. Su papel es esencial para el contenido de la obra misma. Si visitas una exposición, leerás en la placa colocada junto a una obra, el título, el año y el autor, también sugiere el material y la técnica física con la que fue realizada y permite al artista comunicar el contenido de la obra al observador.

fotografía de Hans Namuth, donde podemos observar al 
artista norteamericano Jasper Johns, trabajar sobre una piedra litográfica en 1962.

Dado que nada surge de la nada, debemos entender que toda obra o idea creativa siempre está precedida por un camino histórico. Probablemente las nuevas ideas que surgen en la mente del artista no son del todo nuevas, porque tienen sus raíces en representaciones ya existentes. Por decirlo de otra manera, detrás de cada idea creativa está el germen de nuestra cultura, todo nuestro conocimiento y experiencia. Si entendemos la creatividad como el resultado de establecer nuevas relaciones, entonces cuanto más conocimiento tengamos, mayor será nuestra capacidad de ser creativos.  Una definición de creatividad sería: "Una idea creativa es una nueva combinación de ideas conocidas", en la que participan la memoria, la analogía, el aprendizaje, la sensibilidad, el razonamiento y otros factores". ¿Se puede sustituir esta definición ("Una idea creativa es una nueva combinación de ideas conocidas") por otra "idea creativa" creada con IA? ¿Será capaz la inteligencia artificial de contribuir a la creación de una nueva estética? Dado que el ser humano es irremplazable, la respuesta es NO PUEDE contribuir a la creación de una nueva estética y trato de explicar por qué: 

  • La IA se limita a la programación cuya limitación fundamental es su incapacidad para comprender realmente las emociones y experiencias humanas. El algoritmo de IA puede reconocer, modelar y emular respuestas emocionales, pero solo en la comprensión intrínseca que es inherente a los humanos.

  • Los seres humanos tenemos creatividad, que indica genéricamente el arte o la capacidad cognitiva de la mente para crear e inventar, mientras que la inteligencia artificial permite a los sistemas comprender su entorno, relacionarse con lo que percibe y actuar hacia un objetivo específico. La computadora recibe los datos (ya preparados o recopilados a través de sensores, como una cámara de video), los procesa y responde.

  • La inteligencia artificial no tiene la capacidad de crear conexiones emocionales auténticas (empatía), sino que los humanos sí.

  • La empatía desde el punto de vista de la neurociencia (Ingar Brinck, Departamento de Filosofía y Ciencias Cognitivas de la Universidad de Lund, Suecia) está vinculada a procesos fisiológicos y estéticos, podría proporcionar una base conceptual extraordinaria para todo el proceso creativo. La creatividad y la empatía, aunque aparentemente sean cosas distintas, caminan juntas, componiendo una forma variada y polimorfa de percibir las realidades (interiores, exteriores, propias, de los demás y de las cosas). Y por supuesto, cuanto más se utilizan, más aumentan, recíprocamente, porque en su base, había un proceso muy antiguo desde el punto de vista de la evolución humana, caracterizado por neuronas que actuarían inmediatamente antes de cualquier procesamiento cognitivo.

En otras palabras, la neurona, esa unidad funcional del sistema nervioso, una célula altamente especializada para recibir, procesar y transmitir información, no puede ser replicada ni reemplazada por un algoritmo. El uso de la IA haría que algunas habilidades humanas quedarán obsoletas, con un impacto negativo en la capacidad de aprendizaje. Es el aprendizaje (esa capacidad conductual que sigue a la interacción con el entorno y a la creación de nuevas experiencias) lo que le falta al artista que, habiendo perdido su camino en la jungla de las nuevas tecnologías, ya no es capaz de anticipar y tal vez ni siquiera de imaginar los efectos finales de su hacer.

Galatea, Rupert Burns y Andrew Martin de la Película "El Hombre Bicentenario" (1999)

Para concluir, permítanme esta reflexión: la tecnología, la innovación y la inteligencia artificial han avanzado drásticamente en las últimas décadas. Algunos ven este progreso como una fuente de peligro que podría llevar a que la tecnología supere a la humanidad. Otros ven la IA como una forma de mejorar la sociedad, el trabajo y la vida. Con cualquier nuevo avance, el resultado depende de cómo y por qué se utiliza. La inteligencia artificial en manos de los artistas, aparte de la fealdad que producen con ella, no representa ningún peligro, sin embargo, podría ser un peligro mucho mayor que las dictaduras, pues al estar desprovista de emociones y ética, podría controlar o tomar el control de todas las actividades humanas. Es esencial recordar que los sistemas impulsados por IA utilizados incorrectamente con fines políticos socavan el proceso democrático correcto, especialmente por parte de las nuevas generaciones, que ya no pueden dar sentido al concepto de representación. En este contexto, el artista no puede situarse fuera de ella. En tiempos tan controvertidos, parece que la creatividad no tiene derecho de ciudadanía, sino que los artistas e intelectuales tienen la responsabilidad de tratar de identificar los caminos para recomponer las fracturas culturales y sociales creadas por la IA. 

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